Karla Jacinto | Mexico

My Story

Muchísimas gracias otra vez por la invitación, esta es la tercera vez que vengo. Muchísimas gracias a Monseñor Sánchez Sorondo, que él es el que me ha brindado el apoyo y todo lo que hemos hecho hoy en día. Muchísimas gracias.

Yo me llamo Karla, soy sobreviviente de trata de personas y quiero agradecerles a todos los que están aquí presentes. Buenos días!

Yo represento Fundación Camino a casa, es una fundación donde hay niñas rescatadas de trata de personas. Yo llegué a los 16 años de edad. A mi me prostituyeron desde los 12 a los 16 años de edad. Ahorita ya tengo 22, hace siete años que fui rescatada. Allí está mi carita, esa era mi carita que tenía antes, cuando llegué a Fundación Camino a casa tenía ojos de odio y de miedo hacia toda la gente que me hizo daño.

Los recuerdos, como las personas veían mis lágrimas, mi cara de niña de 12 años, no veían la cara de sus hijos o su hija. Muchos de aquí tenemos hijos, incluso yo tengo dos hijas pequeñas, y nadie de todas las personas, sean mujeres o sean hombres, vieron mis lágrimas que tenía en ese momento.

Tenía solamente 12 años de edad cuando un hombre me enamoró y me prostituyó después de tres meses de decirme que me amaba, que me quería, que quería tener una familia conmigo. Yo venía de una familia muy disfuncional, donde mi madre me pegaba, donde mis hermanos abusaban de mí, y llegué otra vez con un hombre que me ilusionó a tener una familia y luego me destrozó el corazón, prostituyéndome todos los días, más de treinta hombres diarios.

Antes yo era víctima de trata de personas, pensaba que no valía nada, creía que sólo era un objeto que se usaba y que se desechaba. Todas las niñas y todos los niños que están ahí solamente sirven para una cosa, sólo son un objeto sexual, que los hombres solamente usan por un ratito, quince minutos, y los dejan ahí, con lágrimas, con odio, solamente los ojos decaídos, la mirada decaída y nadie hace nada.

Muchas veces quise escapar, pero mi familia y mi hija estaban de por medio. Si yo no hacía lo que ellos me pedían, mataban a mi familia. Tú qué harías por tu familia? Tú qué harías por tu familia? Yo duré cuatro años ahí por mi familia, porque me decían, aquí con la foto en la mano, con la pistola en la cabeza e hincada, me decían que si no hacía lo que ellos me pedían, iban a matar primero a mi mamá y luego a mis hermanos.

Después me embarazaron, desde el primer mes hasta los ocho meses de embarazo estuve trabajando, y nadie vio mi pancita, nada por el estilo, y después me quitan a mi hija después del mes que nació. Durante un año no supe nada de ella, no supe si dormía, si calzaba, si comía. El miedo y el pavor de que le pasara algo a mi propia hija. Cuando llegó mi hija, cuando me la entregaron de nuevo, llegó con una quemadita en la mejilla y la verdad es que en ese momento pensé que le había pasado lo peor.

Queda prohibido no sonreír a los problemas, no luchar por lo que quieres, abandonarlo todo por miedo, no convertir en realidad tus sueños.
Pablo Neruda

Es que me gusta mucho Pablo Neruda, me encanta.

Las personas que menos pensaba conocer hoy han estado en mis logros y en mis metas. Ahí está Patty, es una compañera que también estuvo enFundación, es de mi generación, ella ahorita ya va a ser abogada, es una de las mejores chicas que conozco, y la verdad, es una meta que ella tiene. Ella también quiere ser Diputada. Ella es Fernanda, la que ven ahí, la que está sonriendo al lado derecho de mí, ella es mi consejera, ella ha visto que me he caído muchas veces y ella es la que siempre me ha levantado. Y la que está al lado es la psicóloga de la Fundación y en medio estoy yo sonriendo.

Gracias a estas personas como ustedes he alcanzado sueños y metas que me han ayudado a crecer y a ser una mejor persona cada día. Ahí está el día que firmamos el Convenio mundial con todos los grandes y ahí está Monseñor, ahí está Rosi Orozco, ahí está otra personita que anda por aquí, y ahí estoy yo, paradita, bonita. Y ahí estaba yo en Washington. En Washington nos invitaron a Rosi y a mí, nos invitaron para que yo diera un poco de mi testimonio y estuvimos en una ley que se llama Ley Megan, y me da orgullo porque yo no puedo hacer las cosas si ustedes no están aquí, yo no puedo hacer muchísimas cosas que he soñado si mucha gente como ustedes que hoy están sentados aquí nos escuchan a nosotras las sobrevivientes más que todo.

Ahí está Rosita, Rosita es la de azul, y yo estoy arriba con el mismo vestido que traigo ahorita, y ahí estamos en Washington, estamos en Washington ahí abrazadas. Ella es mi mentora, la que siempre me ha ayudado, es más, la que me recibió cuando llegué desde la primera vez. Ella vio mis logros desde que me caí, desde que tuve depresión, desde que llegué agresiva, porque ahorita me ven con esta sonrisa, pero antes era otra persona, antes tenía odio, tenía esos ojos que saben de enojo, de que toda la gente a veces me querían ayudar pero ya no sabía si era buena o mala la persona y me daba miedo, pero en ella confié, en ella siempre he visto a una amiga, a una madre, a una maestra que me ha enseñado lo que es el valor de la vida. Ella es la persona que ahorita es como mi familia y es como mi madre.

Ahí está Zunduri y yo, ella y yo no somos diferentes, somos sobrevivientes, ella de trata laboral y yo de trata sexual, pero ella y yo no somos diferentes, somos sobrevivientes. Así como caemos, o caímos, así nos hemos levantado. Hoy estoy aquí parada, hoy ella está aquí parada, para contarles nuestra experiencia de vida y creo que no es bonito contarles, por ejemplo, para mí no es bonito contarles cuando me prostituía, pero sí es bonito contarles cuando estamos aquí paradas diciendo que la vida sigue y la vida continúa. Tenemos el mismo objetivo, tenemos muchos sueños por cumplir, y hoy somos libres.

Él fue un ángel caído del cielo, gracias a Dios. Si este hombre no hubiera aparecido en mi vida cuando me estaban prostituyendo – este hombre fue un cliente, fue un cliente de más de 42.300 personas que pasaron por mi cuerpo de los 12 a los 16 años – yo no estuviera aquí parada, porque gracias a ese hombre, que no vio a una prostituta, que así le dice mucha gente a una sexoservidora, el único que vio fue la belleza que tenía por dentro, los sentimientos que tenía, y él sí vio mis lágrimas, él sí vio a una niña, a una hija, a una mujer que tenía sentimientos y que valía por lo que era.

Y esa pequeña que ven ahí es mi hija. Ella es mi hija y se las presento. Ella es mi razón de vivir, de ser, por ella hago esto porque no quisiera que nadie absolutamente tocara a mi hija. Ella y yo hemos sufrido bastante como para decir que no vale la pena lo que estoy haciendo. Claro que vale la pena.

Él es mi papá, ya murió y el señor mi cliente también ya murió, pero él me enseñó valores, este señor me enseñó valores porque estaba enfermo, saben, estaba enfermo de los riñones, tomaba mucho medicamento, le amputaron la pierna y qué creen, siguió trabajando, a pesar de que no tenía una pierna, a pesar de la enfermedad que tenía, que tenía diabetes, él siguió trabajando por nosotras. Me regañaba? Sí. A veces me daba como besos de vaca, me daba regaños y me decía muchísimas cosas, pero este señor me dijo “Tú puedes, tú levantate! Tienes mucho por que vivir”.

Y, el número de la denuncia, Con la Trata no se Trata, este número es de México pero pueden contactarnos por ahí y quiero agradecerles a los jueces porque en sus manos está la responsabilidad para una nueva vida, para un nuevo sueño y yo quiero hacer una oración, si me lo permiten. Yo quiero, no sé si pueden cerrar los ojos, si quieren tenerlos abiertos, pero quiero decirles que gracias a Dios por esta oportunidad, gracias a Dios porque ustedes hoy están aquí, gracias a Dios porque sus manos van a hacer el cambio en el mundo. México hoy es uno de los primeros que ha puesto una ley. Gracias a Dios porque nos ha dado la oportunidad de ser las mejores personas, y gracias a ustedes, porque Dios los trajo aquí. En el nombre de Jesús, amén.