
La conectividad por Internet es un derecho humano: gratis para todos aquellos que la necesiten.
1. Es responsabilidad de los gobiernos y de la sociedad civil elegir los instrumentos apropiados para alcanzar este objetivo; como sucede con los cuidados primarios para la salud, la educación pública, el orden legal, la policía y la defensa. Aristóteles afirma que el logos es lo que caracteriza al ser humano y su dignidad. Hoy, sin conectividad no contamos con un logos pleno. Por esta razón debemos considerar a la conectividad como parte de la dignidad humana y de los derechos humanos.
Internet ha pasado de ser un servicio comercial para convertirse en una utilidad pública, pero más de tres mil millones de personas aún no están conectadas. Conectar esos tres mil millones implica encarar desafíos legales que incluyen, entre otros, la privacidad y las licencias; desafíos que suponen posibles obstáculos para alcanzar un acceso universal y que deberán ser superados.
2. A los efectos de establecer un mundo conectado, donde se pueda compartir la abundancia digital, es necesario que agencias de las Naciones Unidas como la Alta Comisión de Derechos Humanos, la Comisión de la Mujer, y otras instituciones multilaterales, adopten la conectividad como una prioridad y que sean firmemente apoyadas en esta propuesta por los estados miembros. Además, se debe apoyar toda iniciativa política para garantizar el acceso a Internet en todas las naciones, entendiendo que tal implementación no será fácil de establecer. Teniendo en cuenta que esta implementación es posible pero implica un desafío, debemos considerar medidas como crear un nuevo programa institucional alojado en una agencia de las Naciones Unidas, o una nueva agencia: Organización Mundial de Conectividad (OMC), cuyo objetivo principal sea instalar y operar una conectividad global.
3. Será necesario reafirmar el papel de Internet como un medio fundamental para permitir la inclusión y la eficiencia al promover la innovación
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